violencia estudiantil

lunes, 28 de junio de 2010 16:52 Publicado por lizeth portocarrero 0 comentarios



Es conocido como BULLING o BULLYING.
Aunque por el nombre parece algo nuevo, el Bulling es un hecho que viene de lejos. Frases como “si te pegan dale tú más fuerte”, “no seas un cobarde”, “tienes que aprender a valerte por ti solo”… muestran como la conflictividad entre adolescentes o niños más pequeños, está fuertemente enraizado en la cultura humana. Este tipo de violencia la encontramos en plena sociedad y también la ven nuestros hijos. Pensemos en las relaciones que se llevan a cabo en el trabajo, en las relaciones sociales de vecindad (juntas de vecinos…), en cómo nos transformamos al volante..., en todo esto los niños observan cómo el maltrato o la violencia pueden convertirse en buenos instrumentos para conseguir determinados objetivos.
Como primera idea fundamental, todos debemos tener la convicción de que el maltrato, sea en la forma que sea, es intolerable. El mensaje que transmitimos a nuestros hijos y adolescentes respecto al ejercicio de la solidaridad con el otro, de la preocupación de unos a otros, es la base de la educación para la vida y la convivencia.
Pero, ¿qué es el Bulling? Intimidación y maltrato entre escolares, de forma repetida y mantenida, casi siempre, lejos de los ojos de los adultos, con la intención de humillar y de someter abusivamente a una victima indefensa, por parte de uno o varios agresores a través de agresiones físicas, verbales y/o sociales, con resultados de victimización psicológica y rechazo grupal. Esta es la definición que los pedagogos y psicólogos hacen del Bulling, pero las formas en las que este puede presentarse son de varios tipos:
Intimidaciones verbales (insultos, motes, hablar mal de alguien, sembrar rumores…).
Intimidaciones psicológicas (amenazas para provocar miedo, para lograr algún objeto o dinero, o simplemente obligar a la víctima a hacer cosas).
Agresiones físicas: Tanto directas (peleas, palizas o simplemente “collejas”) como indirectas (destrozo de materiales personales, pequeños hurtos…).
Aislamiento social, bien impidiendo al joven participar, ignorando su presencia y no contando con él en las actuaciones normales entre amigos y compañeros de clase.
También está el acoso de tipo racista, cuyo objetivo son las minorías étnicas o culturales.
Acoso sexual que hace que la víctima se sienta incómoda y humillada.
Y actualmente se da el acoso anónimo mediante el móvil o el mail con amenazas o palabras ofensivas.
¿qué podemos hacer si nuestro hijo o hija está siendo víctima del Bulling? Escuchar a nuestro hijo sin menospreciarlo ni comentando que “eso es cosa de chicos”, ya que la violencia no es algo natural. Deberemos indagar discretamente si realmente ha ocurrido eso que nos cuenta. En caso afirmativo, y sin más demora, debemos contactar con el colegio, solicitando la intervención y cooperación del profesorado, fijando una estrategia de intervención para detener el daño que se está produciendo, y para tratar a medio y largo plazo las relaciones entre los involucrados.
Otras acciones muy convenientes para evitar, sabiendo que cualquiera puede ser víctima del Bulling, que nuestros hijos se conviertan en víctimas son el potenciar su autoestima y confianza en sí mismos. Es muy conveniente el potenciar en ellos la amistad ya que la falta de amigos incrementa el riesgo de convertirse en víctima y hace que disminuya más su impopularidad y su aislamiento. A nuestros hijos hay que ayudarles para que sean amigos de todos y muestren especial simpatía hacia los que se encuentran más solos. Podemos aprovechar los últimos casos de Bulling difundidos por la TV para hablar con nuestros hijos. Puede ser que halla sido espectador de alguna situación de abuso y es bueno el hablar con él para saber qué piensa, qué soluciones podrían dar, para orientarle y ayudarle a formar su conciencia. Como siempre, una buena comunicación entre los padres y los hijos puede ayudarnos a prevenir y, en caso de sufrirla o bien ser espectador de esa violencia, podremos adelantarnos a buscar una solución o bien a minimizar y formar adecuadamente.

Por: Corazona

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Causas

14:58 Publicado por lizeth portocarrero 0 comentarios


De un lado, la agresividad puede ser la expresión de factores relativamente independientes de la escuela, como los problemas personales, los trastornos de relación, la influencia del grupo de amigos o la familia. De otro, podemos decir que la conducta agresiva de los niños está condicionada por la estructura escolar y sus métodos pedagógicos, económicos y sociales. En la mayor parte de los casos, intervienen todos o varios de estos factores, pues las interacciones y las relaciones interpersonales solo pueden entenderse contemplando de una forma global las condiciones sociales e institucionales en que se producen, siendo por otra parte las personas que intervienen con sus interacciones en la configuración de los sistemas e instituciones sociales. En definitiva existe un estrecho lazo entre problemas sociales, familiares, escolares y personales en el origen de la violencia escolar.”

De esta forma la violencia escolar proviene de varios espacios que se pueden clasificar en:

-Causas individuales

Ciertos estudios infantiles y juveniles se relacionan con la violencia, incluyendo la baja tolerancia a la frustración, déficit de atención, hiperactividad, toxicomanías, problemas de autoestima, depresión, estrés y trastornos psiquiátricos, entre otros. (Palomero y Fernández, 2000, p.29)

Se encuentran muchachos que son rebeldes y gustan de tener oposición a las directrices que les brindan sus padres o bien jóvenes maltratados que se convierten en maltratadores a través de un proceso de imitación. También un aspecto relacionado con el género que contribuye a la violencia es la cultura machista.

Artículo de EL ESPECTADOR sobre la violencia escolar

14:00 Publicado por lizeth portocarrero 0 comentarios

Frente a la violencia escolar

Nos enteramos esta semana de cifras escandalosas de violencia en los colegios de Bogotá, gracias a un estudio muy amplio contratado por la Secretaría de Gobierno y realizado por la Universidad de los Andes y el DANE.

El debate se ha centrado en gran parte en el aparente ocultamiento del estudio por parte de la Secretaría de Gobierno, por razones políticas en período electoral. Este debate es importante, no cabe duda, pero ha opacado la atención sobre lo que nos dicen los resultados y lo que se puede y debe hacer ya mismo para enfrentar este grave problema.

El estudio es el más riguroso y completo que se ha hecho sobre el tema en Colombia y la idea original era realizarlo cada tres años para evaluar cómo van evolucionando los indicadores de violencia escolar en la ciudad y así poder detectar a tiempo tanto lo que puede estar empeorando como las medidas que puedan estar resultando efectivas. Consideramos fundamental retomar esa idea e inclusive poder replicarla en otras ciudades de Colombia.

Hay dos tipos de medidas posibles frente al problema: las inmediatas con efectos a corto plazo y las de prevención con efectos a mediano y largo plazo. Ambas son igual de necesarias. Las primeras, las de corto plazo, son fundamentales para evitar de inmediato que haya tantos niños expuestos a contextos de violencia y criminalidad en los colegios. No podemos permitir que encuentren allí maltrato, robos, drogas, armas y pandillas violentas. Por ejemplo, hay que buscar cómo cortar de inmediato la entrada de armas y drogas a los colegios. Todavía no es claro si la mejor manera es con detectores manuales de metales, cámaras de seguridad, requisas aleatorias, policía comunitaria o con medidas más coherentes con la “croactividad” promovida por Antanas Mockus, en la que serían los mismos estudiantes quienes denunciarían la criminalidad a través de mecanismos confidenciales y seguros. En cualquier caso, algunas de estas medidas deben implementarse ya. No podemos darnos el lujo de ser permisivos frente a algo tan grave.

Por otro lado, la prevención es casi siempre la mejor alternativa. Y en este campo hay avances importantes. Ya sabemos, por ejemplo, que mientras más temprano, mejor. Es decir, es fundamental tener programas de educación para la convivencia desde preescolar. Desde sus primeros años, los niños deben aprender a resolver sus conflictos de manera pacífica y a ser capaces de frenar la agresión de maneras no agresivas. No con discursos del tipo “tienen que portarse bien”, sino con el desarrollo de capacidades en lo que se conoce como competencias ciudadanas. Deben aprender a manejar su rabia para que no terminen haciéndoles daño a otros simplemente por falta de control. Deben aprender a no valorar la agresión como una manera válida de conseguir objetivos, ni a admirar las acciones agresivas de algunos. Deben aprender a reconocer que el dolor de los otros les debe importar. Aprender esto no es fácil en una sociedad que ha vivido la violencia tan cerca y por tanto tiempo pero, si queremos transformarla, es justamente allí donde tenemos que hacer más esfuerzos.

Los padres de familia deben ser aliados fundamentales en el proceso. Y para ellos también hay herramientas muy valiosas, como el kitpapaz desarrollado recientemente por la misma Universidad de los Andes y por la organización RedPapaz(www.redpapaz.org/kitpapaz/intimidacion.html). Toda esta gran labor debe ser una colaboración entre los colegios, las familias y el resto de la sociedad.

El debate sobre las cifras de violencia en los colegios debe prender alarmas, pero también debe ser una oportunidad para avanzar, desde la educación, hacia una mejor sociedad.